“Incluso si suponemos una democracia caída del cielo, tan completa y perfecta como se quiera, esta democracia no podría durar más que algunos años a menos que produzca los individuos que le corresponden y que son, ante todo y sobre todo, capaces de hacerla funcionar y de reproducirla. No puede haber sociedad democrática sin paideia democrática.”
Cornelius Castoriadis
El México en el que vivimos obviamente no cayó del cielo y mucho menos es perfecto. Sin embargo, ésta sociedad que ha sido construída a través de los siglos se nos presenta a cada uno de los que nacimos aquí, en un principio, como un hecho caído del cielo e irrefutable. Cuando nacemos se nos impone un nombre y un idioma, conforme vamos creciendo aprendemos poco a poco durante cada etapa de nuestra vida cómo debemos comportarnos dentro de “nuestra” sociedad.
De lo que muy pocos somos conscientes, es de que una sociedad necesita individuos, como dice Castoriadis, que la hagan funcionar y la reproduzcan. Todos y cada uno de nosotros mantenemos y hacemos “funcionar” a nuestro país. Los políticos y gobernantes hacen su parte, los medios masivos la suya, las empresas, el clero y por sobre todo… nosotros, los individuos. Y digo individuos porqué aunque las instituciones también están formadas de individuos, su organización les permite funcionar más como asociaciones.
Todas las instituciones que acabo de nombrar por más que digan que buscan el bien de México, tienen, creo yo, objetivos grupales. Parece ser que los únicos que no tenemos un sistema organizado que nos permita obtener beneficios somos los individuos, porque ni “nuestros representantes” en el gobierno, ni buena parte de las asociaciones (como por ejemplo, los sindicatos) hacen esa labor.
También es cierto que no todos los individuos podemos intentar transformar la sociedad en que vivimos. Debemos recordar que el nivel promedio de educación en éste país es de sexto grado de primaria y que las condiciones laborales hacen que una gran mayoría tenga que preocuparse casi exclusivamente por trabajar arduamente para sostener a su familia. Con este tipo de sociedades es obvio que los procesos de cambio provengan de los jóvenes estudiantes. Éste grupo de individuos privilegiados, aunque nosotros no lo queramos ver así, ha sido por su posición, parte fundamental en movimientos históricos de transformación social y actualmente es la base de las revueltas en el norte de África y en Europa.
Ya sea que entendamos ésto y asumamos nuestro papel como jóvenes privilegiados capaces de transformar la sociedad en que vivimos ó no. Lo que es cierto es que nadie va a venir a resolver nuestros problemas. Ninguna de las instituciones anteriormente mencionadas está interesada en producir individuos democráticos, y regresando a la cita de Castoriadis, recordemos que son nuestras acciones las que mantendrán el “funcionamiento” del México que conocemos o permitirán el nacimiento de uno distinto.
El balón está en el aire y es decisión de cada uno tomarlo ó no. ¿Seguimos actuando de la misma forma para mantener todo igual o comenzamos a pensar y actuar diferente? Solamente recordemos que si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará.
PD. El texto completo de Castoriadis se puede ver en: agenciaorg.blogspot.com
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